Un perro educado

es una garantía

La pseudogestación

Aproximadamente entre seis y ocho semanas después del celo, muchas hembras entran en un estado similar a la gestación. Es un proceso relativamente habitual en las perras. Es más conocido como embarazo psicológico.

CÓMO DESCUBRIRLO

Los síntomas que se distinguen son los mismos que en el caso de una gestación real. Al principio apreciamos un cambio en el comportamiento reflejado en un incremento del apetito, aumento del nerviosismo, gimoteos, conducta exploratoria en busca de un lugar tranquilo donde hacer el nido para tener sus cachorros…

Progresivamente pueden aparecer también síntomas físicos: aumento de peso, e inflamación de las mamas con secreción de leche. En algunos casos comienzan los síntomas de un parto inminente: inquietud, irritabilidad, disminución del apetito y finalmente crianza de objetos inanimados como peluches o pelotas.

¿Por qué se produce?

El término embarazo psicológico está mal elegido puesto que para nada se trata de una alteración psíquica sino de un proceso hormonal.

Las actividades hormonales que ocurren en los ovarios de las hembras gestantes son casi idénticas a las de una hembra no preñada después del celo. La progesterona parece ser la responsable del proceso. Es la hormona que se encarga de preparar al animal para la maternidad. Prepara el útero para la gestación y provoca la secreción de la prolactina, la hormona responsable de la producción de leche y la aparición de los comportamientos maternales.

La hembra que sufre repetidamente estos episodios puede padecer quistes ováricos y tumores de mama durante su madurez.

Es habitual que una vez que se produce por primera vez una pseudogestación, se repita en cada ciclo sexual. La creencia popular de que haciendo criar a la perra una vez se le pasará no tiene ningún fundamento. El único método efectivo para evitarlo es la ovariectomía (extirpación quirúrgica de los ovarios): una operación muy sencilla que realizada antes de los cinco años de edad evitará además con mucha probabilidad la aparición de quistes y tumores.

Antes de comenzar ningún tratamiento hay que asegurarse de que no se trate realmente de una gestación

¿Qué hacer?

La sintomatología desaparece por sí misma entre las tres semanas y el mes de su aparición. Las complicaciones pueden surgir más por la prolongación de la producción láctea que por la alteración hormonal en sí misma. Por eso los tratamientos van encaminados a cortar la producción de leche en la perra.

Para conseguirlo, al descubrir los primeros síntomas (una vez descartado que se trate de un embarazo real) las medidas a tomar pasarán por una reducción de la cantidad de alimento así como de la ingesta de líquidos, administración de diuréticos (bajo supervisión veterinaria) y aplicación local sobre las mamas de hielo o paños fríos con vinagre de alcohol (evitando frotar la zona afectada).

Si el veterinario lo cree conveniente pueden administrarse a la perra hormonas antiprolactínicas pero en muchos casos esta medida no es necesaria.

Como tratamiento comportamental es necesario evitar la autolactación de la perra si es necesario mediante el uso de un collar isabelino para que no pueda lamerse, ya que el lamido de los pezones genera un reflejo neurohormonal que prolonga la producción de leche.

Hay que evitar también las conductas de anidamiento y de cuidado de falsos cachorros

Podemos concluir pues que la pseudogestación en la perra es más un proceso hormonal corriente (se da entre el 50% y el 75% de las perras maduras) que un trastorno propiamente dicho.

Tan solo será necesario el tratamiento para atajar los problemas secundarios derivados como las mastitis o las alteraciones comportamentales (agresividad maternal, nerviosismo…).

El único tratamiento definitivo es la castración.